Con el coaching familiar se busca construir relaciones de conexión, significativas, fuertes, para familias reales, esto es, familias imperfectas. Porque en la convivencia de cada día van surgiendo desafíos, desacuerdos, diferencias al lado de lo bonito, de lo especial, de lo que nos gusta. El coaching familiar es para seres humanos, que se dan el permiso de ser humanos, de cometer errores, de equivocarse al tomar decisiones y que se levantan cuando tropiezan y continúan como familia. Las familias reales son «imperfectas», con días buenos y otros no tanto. Con la pila de ropa por lavar, los platos que se acumulan, el oficio y limpieza que nunca acaban, el cansancio que aparece, la falta de comunicación, la rutina que ahoga. Todos pertenecemos a familias reales, que sienten, se emocionan, sueñan, que buscan que el amor crezca y que nos permita apoyarnos mutuamente en nuestros caminos y proyectos. Esas familias reales son hermosas y vale la pena trabajar por ellas y con ellas.