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Para conservar la salud mental, una recomendación de los médicos es orar, por la mañana y por la noche. Comenzar el día dedicando unos quince minutos a rezar, a hablar con Dios, a encomendar la jornada que iniciamos. Y al final del día, volver a orar, entregando lo que hemos vivido, depositando en Dios nuestras preocupaciones, sentimientos, lo que experimentamos y de este modo ir a dormir sin cargas, relajados, dispuestos a un buen descanso. Es maravilloso porque te sientes acompañado, liberas tensiones, despejas tu mente, recuerdas lo importante y trascendente, recibes mucho amor. A veces por las prisas, por el pensar que no tengo tiempo dejo a un lado la oración, y empiezo a creer que voy sola en todo, que las soluciones debo encontrarlas por mi propia cuenta y olvido que tengo a Dios siempre dispuesto a ayudarme, a escucharme, a caminar conmigo. Orar por la mañana y por la noche, un regalo para tu alma, un descanso para el espíritu.

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