Como mamás, podemos caer en la tentación de querer complacer a todos, de mantenerlos felices y tranquilos siempre, aún a costa de nuestro bienestar. Es bueno para todos, saber decir no, mostrar nuestro lado humano, nuestra limitación, nuestra debilidad, nuestro cansancio. De este modo, les damos el permiso de ser vulnerables también, de expresarse, de cuidar de sí mismos, poniendo límites sanos. Las cosas no se deben tomar de forma personal, expresar lo que sentimos no debe ser algo agresivo ni algo que se oculte por miedo al conflicto. El estar diciendo sí a todo y a todos, aún sobrepasando nuestras fuerzas, sólo deriva, a largo plazo en agotamiento, incumplimiento de promesas y en desánimo.